martes, 10 de enero de 2017

CARTILLAS DE RACIONAMIENTO

Terminada  la Guerra Civil, 1939, España se encontraba sumida en la más absoluta pobreza.  El auxilio social empezó a repartir raciones hasta que el gobierno autorizo la venta libre de alimentos.

Aquel racionamiento fue una normativa decretada a nivel estatal y que estuvo vigente en las décadas de los años cuarenta hasta mediados de los cincuenta en toda España como consecuencia de la posguerra Civil Española y la II Guerra Mundial.

Se impuso la cartilla de racionamiento, que, mediante cupones y previo pago de los mismos se asignaba a cada ciudadano, alimentos de primera necesidad;  y se creó la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes (Comisaría de Abastos en el lenguaje popular) que se encargó de repartir los artículos.



El suministro de esas cartillas lo designaba dicha Comisaría que cada semana anunciaba públicamente el porcentaje, la cantidad y el precio de los alimentos que se adjudicaban. Para la validez de esa cartilla se exigían algunas normativas del régimen franquista, tales como:


1º Estar selladas las cartillas por la Delegación Provincial de Abastos.

2º Que figurasen reseñadas con la serie y número en el registro de cupones de la Tarjeta de Abastecimientos; diligencia que se efectuaba en la entrega.

3º Tener reseñada la parte interior de la cubierta con los datos que constan en la misma, relativos al propietario de la colección de cupones, datos que rellenaba el interesado, siendo firmado por éste. Lo correspondiente a infantiles era firmada por el padre o encargado del mismo.

4º Era requisito indispensable que la inscripción la efectuaran los interesados en el mismo establecimiento proveedor (ultramarinos y panaderías) en que habitualmente recibían el suministro.

Más o menos se podía llegar a suministrar a cada persona estos alimentos, aunque podía variar según las necesidades, cantidades y alimentos en cada momento, tras criterio de la Comisaría de Abastos: 

Un cuarto de litro de leche 
Cien gramos de azúcar terciado 
Cien gramos de garbanzos 
Doscientos gramos de jabón 
Un kilo de patatas 
Un bollito, diario, de pan de cien gramos

Estas cartillas fijaban la cantidad diaria o semanal que correspondía a cada persona, y aunque al principio fueron familiares, terminaron siendo individuales. Hasta los cigarros (de picadura) también fueron racionados y tenían una cartilla aparte.

Se carecía de todo, no sólo de falta de alimentos necesarios para seguir viviendo, sino que también había poco dinero. Todo o casi todo estaba racionado, el tabaco, el azúcar, el aceite. Se hacían colas interminables para recoger ese pedacito de alimento. Largas colas dónde debías esperar para uno o dos litros de leche y podía ocurrir que se acabara el primer turno, quedándote en el mejor de los casos esperando un nuevo suministro o por el contrario, directamente sin él.




No sería hasta mediados de la segunda mitad de la década de los años 50 cuando desaparece la cartilla de racionamiento, pues se empezaba a perder el miedo y los huevos y la leche casi se tenían a diario. Sin embargo realmente digamos que la Comisaría General de Abastecimientos y Transporte –CGAT– nunca distribuyó las cantidades establecidas oficialmente, de manera que el racionamiento en España no cumplió su función del todo.


BIBLIOGRAFIA

No hay comentarios:

Publicar un comentario